Angelito

Ángel quiso estudiar Artes Plásticas, pero dejó la carrera para buscarse una chamba con la que sacar adelante a Maura cuando se embarazó, y a Lucía cuando nació.

Mártir de Maura por convicción, trató por todos los medios de hacerla feliz y lo logró un tiempo, pero mantenía la casa o buscaba suerte como pintor y compaginó ambos mundos poniendo un negocio de rótulos.

La presión por darle a Maura lo mejor, y por no abandonar sus sueños, le pasó factura y minó su salud. Cuando Lucía tenía cinco años, y él cada vez se entendía menos con Maura, le vino un ataque agudo de gastritis que confundieron con infarto. Salazar lo atendió y le quitó la enfermedad, y a Maura.

Sufrió por su hija, pero entendió que podría estar mejor si Maura, ya apaciguada por su nuevo estatus, le ofrecía un mundo estable. Se retiró a buscarse la vida y regresó cada cierto tiempo a ver a su hija. Igualmente, cada que podía le mandaba algo a Lucía, sea dinero, un regalo o una postal donde juraba que era feliz.

Es un hombre con habilidad para los trabajos manuales y se la ha pasado funcionando como mil usos en todas partes a donde ha ido. Continuamente le recordará a Maura que conoce más mundo que ella, que no ha viajado tanto.

Es noble, nada soberbio, de vida sencilla, mira la vida con ojos de pintor optimista, y con cierta filosofía halla belleza donde muchos otros no la han encontrado. También si la ocasión lo permite es gourmet, se le da la cocina y la conversación, habilidades con las que encanta a Alondra, a Aitor y a Zavaleta, cuando por incidentes ajenos a su voluntad termina viviendo en casa de Maura.

Su regreso a la vida de Lucía es un poco complicado, porque para él su hija sigue siendo una pequeña de cinco años.