La vida de un hijo no es fácil, en ninguna de sus etapas: primero porque eres chico y luego porque no lo eres lo suficiente como para seguir con los mimos, apapachos y permisos de un niño, ni tan grande como para hacer lo que se te da la regalada gana (como todos lo deseamos en la adolescencia).
Frases que odiabas que tu mamá te dijera, pero ahora se las dices a tus hijos
"Nunca digas nunca", seguramente también te dijo tu mamá. Las clásicas frases que escuchaste de niño y que, ahora, estás repitiendo (¿sin querer?).

El referí en esa lucha de encuentro con la adultez (y todo lo terrorífico que viene con ella) está lo más sagrado (ahora que lo soy, quiero describirla así): LA MAMÁ, quien con su experiencia (o no) hace lo que puede para formar (en mi caso) a una mujer feliz, plena… de bien, que le llaman.
O sea, todo bien con el lado emotivo, pero, la neta, dos que tres frases que se aventaba doña Leticia Pérez Martínez me retumbaban y me requete pateaban en aquella etapa, que estoy a DOS, pero a dos de repetir; ahora yo convertida en ella y quizá Josué, mi hijo de tres años, haciendo una réplica de mis sentimientos ponzoñosos contra mi madre.
Y es que, con apenas tres años maternando, poco a poco comienzo a transformarme en doña Lety, el look ahí va, con el chongo de diario y la comodidad de la ropa deportiva (que no uso para hacer deporte) dominando, ya la llevo de gane.
Aunque me falta la paciencia que en ella predominó en su crianza, luego de 5 hijos, me he cachado en más de una ocasión con alguna de sus frases a puntito de salir de mi boca.
“Y si lo encuentro, ¿qué te hago?”
Me frustraba escucharla, porque me hacía creer que yo no podía ver lo evidente, aunque también me daba esperanza, pues cualquier cosa que estuviera buscando, no estaba perdida, solo estaba lo suficientemente escondida como para que los ojos de mi madre (y no los míos) lo vieran.
“No se dice qué, se dice mande”
Aunque con mis múltiples intentos fallidos en aquello de la crianza respetuoso, he omitido muchas de las frases, esta sí se me ha salido muchas veces, por eso de la educación y no sé qué tanto que me sigue diciendo mi mamá.
“Ahorita que lleguemos a la casa vas a ver”
La clásica que, después de siglos, se sigue pensando infalible pero que madres e hijos saben que, realmente, no sirve para nada, pues en la casa (o en mi caso) nunca pasó nada y sigue sin pasar con mi hijo.
“¡Haz lo que tú quieras!”
Frase permisiva que para mí significaba más una advertencia de “cuidado y lo hagas”, la aplico, sí también, aunque Josué, con tres años, realmente hace lo que quiere.
“¿Crees que soy tu sirvienta?”
No, no, Josué no es un niño emperador, pero sí tienes sus rachitas de dominio en las que ya, a la cuarta petición, esta frase se vuelve protagonista.
“Me vas a volver loca”
Insisto, con mis intenciones puestas en la crianza respetuosa, muchas de las frases no se las digo a Josué, pero CLARO que las pienso y grito en silencio. A diferencia de mi madre, que ahora pienso, ¿cómo no se volvió loca criando a 5 hijos?