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Galdino debe ocultar su pasión por la confección porque le dicen que eso es para niñas

Galdino no quiere a las muñecas para jugar, sino para diseñarles ropa. Pero como nadie entiende su pasión, siente que debe ocultarla. Incluso le roba una muñeca a su amiga Alma para poder seguir creando, sin imaginar que ella, y su abuela Cata, serán quienes más lo apoyen en perseguir su sueño.