Lo que se daba de forma natural a los 20 se convierte en toda una logística si de visitar un antro se trata después de los 30.
10 cosas que haces en un antro y delatan que ya tienes 30 años o más
Las locuras que hiciste a los 20 en los antros quedaron solo en tus recuerdos y ahora es fácil que tu edad quede al descubierto por estos detallitos.

En medio del shock en el que aún se está a esa edad cuando los años de los maravillosos 20 se escurrieron entre los dedos, se hace lo posible por revivir algunas de aquellas prácticas, aunque resulten toda una odisea.
Renuente a los cambios, te aferra a las salidas nocturnas, aunque se sabe perfectamente que pagarás duro las consecuencias y aunque muchos dicen que no es cuestión de edad sino de actitud, pues ni tu mente, ni tus ganas y mucho menos tu cuerpo treintañero está para esos trotes.
El intento se hizo, estás ahí parado en medio de chamaquitos bailando y gritando canciones que, en muchos casos, ni has escuchado. Si te identificas con estas actitudes, seguramente ya estás en los 30.
#1 La música a cualquier volumen, te parecerá demasiado alta
En el momento en el que pones un pie dentro del lugar, las quejas sobre el volumen de la música se vuelve el único tema de conversación, rogando a los dioses de los chavorrucos que le bajen un poquito.
El pretexto perfecto a tu ahora repele al alto volumen es que no se puede conversar, es casi imposible intercambiar una frase, abogas.

#2 Vamos a la disco
En el momento en el que usas la palabra disco para referirte al centro nocturno de moda, estás gritando a los cuatro vientos tu edad y el tiempo, casi nulo, que permanecerás en el lugar, pero pues ¿de qué otra forma lo llamarías?
#3 Solo una copa
Ya no resultas una presa rentable para los meseros pues tu consumo de bebidas (y no por codo) se reducirá notablemente, ¿la razón? No estás dispuesta a perder el domingo y, de hecho, parte de la semana en recuperarte de una resaca.

#4 Te incomodan los pasos de baile de los “chavitos”
En cuanto ves a una pareja o grupo de amigos, por supuesto que rondan por ahí de los 20, te muestras incrédulo ante tanto descaro.
Consideras incluso aventarles un sermón sobre el respeto y el cuidado porque en la noche, después de las 12, los peligros se manifiestan, te decía tu madre.
#5 Te pasas recordando lo bien que se ponía el antro en tus tiempos a diferencia de ahora
Todo te parece poco a comparación a como se ponía el ambiente en los antros en tus tiempos, cuando sí se tocaba buena música, se bailaba bien.
Se te va la noche en comparaciones, desperdiciando las horas que bien pudiste haber aprovechado en pagar tus deudas de sueño, te arrepientes.

#6 Te vuelves precavido
Cuando en los buenos tiempos, tu mirada se paseaba entre la gente en busca de un buen prospecto, ahora esa mirada, busca con la misma desesperación, pero las salidas de emergencia, si hay extintor, si el piso está lo suficientemente mojado como para provocar una caída, en fin, las cosas que antes de salir de casa, tu madre te recordaba como si fuera una oración.
#7 Pendiente del reloj
El andar de las manecillas del reloj cobra otro sentido y es que mientras antes básicamente las ignorabas o rogabas para que se detuvieran y la noche se alargara, ahora hasta un recordatorio pones para no desvelarte tanto y con suerte levantarte al medio día del domingo para alistar tus cosas pues en menos de 24 horas estarás de vuelta en el trabajo.

#8 La única manera en la que conectas con los de tu edad es cuando, al final, ponen las canciones de tu época
Mientras los veinteañeros luchan por mantenerse de pie, los veteranos están en su momento de apogeo, cantando y brincando, lo que no hicieron durante toda la noche.
Es básicamente el único momento de la noche que, piensas, valió la pena la desvelada.
#9 Para el amor no hay edad
El momento que termina por expulsarte del lugar es cuando a un veinteañero le parece buena idea hacer el intento de ligarte con las peores frases que has escuchado. Así que lo miras con desdén, tomas tus cosas y corres a los brazos de ti cobertor favorito.

#10 Conductor designado
Tu sobriedad e instinto de precaución, te hace el candidato perfecto para conductor designado por lo que eres quien termina llevando a su casa a tus acompañantes, no sin antes darle un par de recomendaciones para aminorar los síntomas de la resaca.