Matías es acusado de un crimen que no cometió cuando por fin intenta hacer bien su trabajo
El hijo del dueño del edificio donde Matías trabaja como velador le tiende una trampa, destruye las cámaras de seguridad y aprovecha la confianza para colarse con sus amigos y cometer crímenes atroces. Al final, sin pruebas ni testigos, es Matías quien queda como el único responsable, aunque no haya hecho nada.