Debbie acepta enrolarse en los negocios sucios de Miguel, pero Felicitas presiente que algo no está bien con su hija, quien toma el ejemplo de sus padres para aprovechar las oportunidades.

Lo que podría parecer un videojuego inofensivo, se convierte en un medio donde Debbie canaliza emociones como la ira, por haber visto a su novio mientras besaba a otra chica.

Gonzalo recapacita y toma la decisión de no deshacerse de Clarita, defendiéndola de quien represente un peligro para el ser inocente que se ganó el corazón de una familia entera.

Clarita llega a vivir a casa de su papá y de su madrastra, quien no está de acuerdo con su presencia, pero su hermanito le muestra comprensión y cariño desde el primer día.

Lucía es diagnosticada con una enfermedad terminal y pasa a mejor vida, dejando a su madre a cargo de Clarita, pero la abuela no puede con una responsabilidad tan grande.

Ante los ojos de los demás, Clarita podría ser vista como alguien dependiente, pero Lucía la guía para que se valga por ella misma y no hagan distinciones por ser diferente.