Salvador es acomedido dentro y fuera de casa, pero la mamá de su novia no lo quiere porque lo tiene en el concepto de bueno para nada, un vago sin oficio ni beneficio.

Para América no es suficiente que Salvador haya visto con vida a Arturo, ordenándole que lo rescate de la situación en la que se encuentra y lo saque de su casa.

América está preocupada porque su pareja de baile no ha dado muestras de vida, recurriendo a Chava para que vaya a casa de Arturo e investigue si está bien.

Salvador hace honor a su nombre, al entregar sano y salvo a Don Arturo con América, la mujer que ama y compañera de baile todos los miércoles en el danzón.

Tras una decepción amorosa, Celeste ahoga las penas en la bebida, creyendo que Evaristo es un mesero que tiene la obligación de servir y atender lo que le ordenan.

Tras enterarse que Felipe estuvo involucrado en una trampa, Celeste perdona a Felipe, pero a la vez está confundida por tener sentimientos hacia Evaristo.