Tras la intervención de los suegros y varias fricciones en casa, Leonardo y Fátima aceptan que se apresuraron al casarse, concluyendo que lo mejor es tomar caminos separados.

Mientras discute con Leonardo, Fátima se siente mal y es trasladada al hospital, donde exige a sus padres que no opinen sobre el futuro que le depara con su esposo y padre de su hija.

Gracias a su esfuerzo y dedicación, Fidel obtiene la guarda y custodia de su hijo, además de un espacio donde continuará orientando a jóvenes que siguen el ejemplo de un gran hombre.

Fidel no solo ha perdido una pierna y el trabajo, también a su familia cuando descubre que Matilde y Joel son amantes, quedándose solo en casa y sin el amor de su hijo.

A pesar de las adversidades, Fidel no se deja vencer y promueve el ejercicio, pero se topa con otro obstáculo en el camino, al creer que Luisito podría ser hijo de otro hombre.

Fidel se desempeña como buen elemento en la construcción que supervisa, pero un error humano provoca que pierda una de sus extremidades, dejándolo en silla de ruedas.