Al ser analizado el comportamiento de Orlando y de Martha por parte de la psicóloga, el juez cede a Arnaldo la guarda y custodia de sus hijos, dejando con el corazón roto a Violeta.

Mientras se lleva a cabo una audiencia con el juez, Arnaldo se muestra como un padre ejemplar, evidenciando a Violeta para que sus acciones sean tomadas de manera negativa.

Después de mucho pensarlo y de darle vueltas al asunto, Violeta toma la decisión de divorciarse de Arnaldo, quien no permitirá que la madre de sus hijos se desarrolle profesionalmente.

Violeta habla con su esposo para que no sea tan malhumorado con sus hijos, actuando amable por un momento y después regresa a la normalidad, como el tirano que es.

Tras recibir el fallo a su favor por parte del juez, Arnaldo tiene derecho a estar con sus hijos, pero a Orlando y a Martha les aterra la idea de estar cerca de un mal hombre.

La maestra y la directora de la escuela donde estudia Martha notan algo extraño en la pequeña, preguntando a Violeta si la situación en casa está bien, especialmente con el papá.