Tras varios días de parranda, Eugenia recibe una llamada del extranjero, informándole que su hijo se vio involucrado en un percance automovilístico y perdió la vida.

Eugenia no puede controlar sus emociones ni la manera de beber, adentrándose en un mundo oscuro de perdición y rechazando la ayuda de su hermana.

Tras ser herida por una indigente, Eugenia es atendida y canalizada a una clínica de rehabilitación, pero se da a la fuga antes de que su hija pregunte por ella.

Los hijos de Eugenia se encuentran en otro país y Gonzalo se va de la casa, dejando a Eugenia en una situación de soledad, encontrando consuelo en el fondo de la botella.

Domingo se siente en las nubes con un nuevo amor, pero Julia no permitirá que alguien más tome su lugar, así tenga que dejar en la calle al hombre que no dejará ir.

Al reabrirse su caso y ser puesta en libertad, Luisa quiere recuperar el tiempo con sus hijos, pero Pablo no confía en ella y la quiere ver de regreso en la cárcel.