Martha comprende que su nieta no necesita cambiar nada, y que solo sus padres son los responsables de las decisiones que se tomen sobre su educación.

Después de tanto dolor y orgullo, Hortensia finalmente abre los ojos y comprende que no existe una madre perfecta, solo una que da todo por amor.

Melissa intenta adaptarse a su nueva vida de casada, pero convivir con una suegra que no la acepta convierte cada día en una batalla silenciosa.

Movida por los celos y el resentimiento, Hortensia inventa una mentira que pone en duda la fidelidad de su nuera y destruye la paz de la familia.

Hortensia no perdona ningún error de Melissa y la humilla constantemente, sin entender que ser mamá no se aprende de un día para otro.

Por miedo a confrontar, Ernesto guarda silencio ante los pleitos entre su madre y su esposa, sin imaginar que su indiferencia terminará por destruir su hogar.